jueves, 4 de agosto de 2011

Violencia


La violencia camina por la calle todo el tiempo, en cada segundo vivido. El simple alrededor lo genera. Es contagioso como una enfermedad represiva, donde todas las lágrimas y broncas guardadas, generan un hueco de escape. Violencia en mis cuadros y en la mirada. Violencia en las palabras, en al voz. Violencia en el tono y en la mandíbula. Violencia en el pulso, en el ritmo, en la respiración y en los pasos. Violencia en los ruidos, en la intolerancia, en los brazos, y los dedos cargados adrenalina y violencia, violencia, violencia…en todas partes!. Violencia en la sangre y en los gritos de dolor, que escapan de la garganta como mil cuchillos disparados al cielo, donde como respuesta a la fuerza de gravedad, recaen sobre el cuerpo acostado y atornillan el estomago. Violencia color púrpura, comprimida por los cobardes que no piensan, reflejada en la histeria hecha roca. Violencia líquida, donde corre la sangre por un simple tajo, dentro de una bañera llena, desnuda y cubierta por el peso muerto de una mujer. Violencia que por las inseguridades y la falta de tiempo, provoca un instantáneo desprecio por la vida. Violencia en el tacto sudoroso, relacionado con las inmensas ganas de destruir. Violencia en el estómago, donde nace un nudo mucoso que camina hacia la garganta, impidiendo hablar sin odio. Violencia en lo húmedo, dentro de una noche sucia y repugnante, instalada entre adoquines de calles francesas, luego de una larga lluvia. Violencia estatal, donde las autoridades desquitan su falta de compromiso, su impotencia y sus dolores, por medio de la anterior nombrada, con los custodiados. Violencia como flashes invisibles en cada poro de tu piel ciega y veloz. Violencia cautiva, irritante, vomitada, extorsionista, penetrante, acuchillada, cegadora, erupcionada, entristecente, engañada y dificultosa para el feto de tu felicidad. Que ganas de morder un ladrillo.

Margot

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