viernes, 22 de junio de 2012

Mio no es.



  El problema está en que no existen palabras o descripciones: no hay lenguaje para algunas cosas. Si sé que la respuesta oscila entre el odio y la melancolía, entre el deseo de hablarle y la de callar para siempre. 
  Alguna vez miré la ventana y miré las estrellas. Miré la luna que permanecía inerte y fantasee una carta perdida en mi casa. El sobre viajaba por debajo de la puerta, frenaba junto a mis pies y leía las iniciales del remitente: MRL. Adentro decía cosas, palabras, símbolos que hoy sé que nunca quisiste que comprendiera. Una vez pensé en morir por vos. Increíble que lo haya pensado. Increíble, al menos, haberlo pensado. Era para hacer todo lo que mi cuerpo me pedía, gritar, llorar, insultarte, quemar mis cosas y las tuyas, volverme loco solo para poner un punto final. Ahora entiendo esa relación indispensable entre amor-muerte.
  No se si esas noches pensaste en mi, si aun recordas aquellas cosas que escribiste en un cuaderno armado impecable, con dos aros en los extremos y tres cintitas rosas que enmarcaban y ponían en evidencia la dedicación. Si todavía te hierve la sangre como cuando empujábamos el pecho para dejar de querernos. El tiempo me enseño que no es tan importante saberlo, que hay cosas que están más cerca y requieren atención. Mi casa vacía, mis propias cartas o mis piernas que durante noches estuvieron tiritando de miedo.
AR.



ESTO NO LO ESCRIBÍ YO, PERO POR LAS INICIALES CREO QUE ES PARA MI. ACABO DE LEERLO Y TEAMO.

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